En el día del 20 aniversario de la caída del muro de Berlín (cuyo gran parte de mérito estoy harto de ver como se atribuye a Reagan omitiendo la figura de Juan Pablo II [polaco, je]) me apetece instar a vosotros, lectores de este intimista y evolutivo blog, a derogar otro bloque de incertidumbre y mal fario. Un bloque igualmente opaco y funesto contra el que, aparentemente, poco podemos hacer.
Ahora está muy de moda criticar a la clase política por los últimos revuelos malversos que parecen provenir de este estamento social tan antiguo. Digo lo de antiguo, no por su genealogía -por lo de los genes, que no por lo nepotista, que también- sino por la similitud ególatra que posee en su relevo: es prácticamente imposible inmiscuirse si no te toca por sangre. Justo igual que ocurría antaño con los reyes o los altos mandatarios latifundistas incluso. A ser político se nace, no se hace. Lo filial, más allá de la militancia como el que es socio de su equipo de fútbol, es cuestión de la consanguinidad. Si buscáis por la etiqueta "política" encontraréis varios ejemplos de esto a lo que me refiero en este blog.
Ser político en España es un auténtico chollo. Una situación de privilegio social, legal y económico que resulta demasiado bueno como para hacerlo público más allá de lo que repercute a una ilusoria oposición. Quiero parafrasear literalmente algunos de los ejemplos que nos brinda esta excelente reseña del libro "La Casta" de Daniel Montero (lectura obligadísima) para dar nombre a alguna de estas sinvergonzadas:
-AZNAR, JOSÉ MARÍA: es el único ex presidente del Gobierno que ha solicitado el sueldo vitalicio que supone sentarse en el Consejo de Estado: 74.000 euros anuales. Nómina que pretendía sumar a la de ejecutivo del magnate de la prensa Rupert Murdoch. Se lo denegaron pero le salió rentable. Aznar renunció por un sueldo de 220.000 euros al año, tres veces más de lo que cobraba como consejero de Estado. [Resulta difícil cifrar, como en el caso de otros ex presidentes, cuánto dinero suman sus actividades privadas y públicas].
-MÓVILES: los senadores cuentan con 1,7 millones de euros al año para gastos de teléfono. El ayuntamiento de San Lúcar de Barrameda tenía 270 dados de alta. Entre los servicios que pagó figuran descargas de juegos, llamadas a Cuba y a varias líneas eróticas.
-NEGOCIOS: sólo el 33% de los diputados del Congreso se dedica en exclusiva a su labor política. El resto engorda sus cuentas corrientes con la participación en empresas privadas, fundaciones y colaboraciones varias. Algunos, como el diputado del PP Miguel Ángel Cortés, aglutinan hasta 12 actividades extraparlamentarias.
-SOLBES, PEDRO: tras dejar la política en abril de 2009, el ex ministro de Economía se encontró con un retiro de unos 12.000 euros mensuales (una pensión de 2.725 euros por ser funcionario, su pensión vitalicia como ex comisario europeo y otros 5.700 al mes como compensación, durante dos años, por ex ministro). A Solbes, pues, le esperaba una jubilación cinco veces mayor que la de cualquier español.
Y así un largo etcétera. Habrá que echar un vistazo a este interesante, revelador y actual trabajazo literario. Apuesto a que en su redacción y documentación habrá habido más curro que en el historial laboral de cualquiera de esos acomodados charlatanes.
Ahora está muy de moda criticar a la clase política por los últimos revuelos malversos que parecen provenir de este estamento social tan antiguo. Digo lo de antiguo, no por su genealogía -por lo de los genes, que no por lo nepotista, que también- sino por la similitud ególatra que posee en su relevo: es prácticamente imposible inmiscuirse si no te toca por sangre. Justo igual que ocurría antaño con los reyes o los altos mandatarios latifundistas incluso. A ser político se nace, no se hace. Lo filial, más allá de la militancia como el que es socio de su equipo de fútbol, es cuestión de la consanguinidad. Si buscáis por la etiqueta "política" encontraréis varios ejemplos de esto a lo que me refiero en este blog.
Ser político en España es un auténtico chollo. Una situación de privilegio social, legal y económico que resulta demasiado bueno como para hacerlo público más allá de lo que repercute a una ilusoria oposición. Quiero parafrasear literalmente algunos de los ejemplos que nos brinda esta excelente reseña del libro "La Casta" de Daniel Montero (lectura obligadísima) para dar nombre a alguna de estas sinvergonzadas:
-AZNAR, JOSÉ MARÍA: es el único ex presidente del Gobierno que ha solicitado el sueldo vitalicio que supone sentarse en el Consejo de Estado: 74.000 euros anuales. Nómina que pretendía sumar a la de ejecutivo del magnate de la prensa Rupert Murdoch. Se lo denegaron pero le salió rentable. Aznar renunció por un sueldo de 220.000 euros al año, tres veces más de lo que cobraba como consejero de Estado. [Resulta difícil cifrar, como en el caso de otros ex presidentes, cuánto dinero suman sus actividades privadas y públicas].
-MÓVILES: los senadores cuentan con 1,7 millones de euros al año para gastos de teléfono. El ayuntamiento de San Lúcar de Barrameda tenía 270 dados de alta. Entre los servicios que pagó figuran descargas de juegos, llamadas a Cuba y a varias líneas eróticas.
-NEGOCIOS: sólo el 33% de los diputados del Congreso se dedica en exclusiva a su labor política. El resto engorda sus cuentas corrientes con la participación en empresas privadas, fundaciones y colaboraciones varias. Algunos, como el diputado del PP Miguel Ángel Cortés, aglutinan hasta 12 actividades extraparlamentarias.
-SOLBES, PEDRO: tras dejar la política en abril de 2009, el ex ministro de Economía se encontró con un retiro de unos 12.000 euros mensuales (una pensión de 2.725 euros por ser funcionario, su pensión vitalicia como ex comisario europeo y otros 5.700 al mes como compensación, durante dos años, por ex ministro). A Solbes, pues, le esperaba una jubilación cinco veces mayor que la de cualquier español.
Y así un largo etcétera. Habrá que echar un vistazo a este interesante, revelador y actual trabajazo literario. Apuesto a que en su redacción y documentación habrá habido más curro que en el historial laboral de cualquiera de esos acomodados charlatanes.
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