La historia (no) oscura de los payasos del circo Atlas

En Santander, por la zona del Sardinero, hay un pequeño monumento algo escondido al que el otro día me acerqué yendo en una bicicleta de esas urbanas. Funcionan francamente bien y he comprobado que se llega a los mismos sitios en bastante menos tiempo que en horas punta de tráfico. Ahí queda eso.

El caso es que estaba ocioso y decidí acercarme a esas estatuas de metal. Era un recuerdo del antiguo circo Atlas. En este, aparecen retratados a tamaño algo aumentado (talla orco) los hermanos Tonetti, famosos artistas de este extinto circo de gran reconocimiento hace algunas décadas. Encarnaban a los dos payasos, el carablanca y el menos listo. Pepe creó el personaje de la sardinera, más santanderino y cántabro imposible y le paseó por toda España. Manolo, el otro Tonetti, falleció joven. Pepe, hace bien poco. Los hermanos Villa del Río eran naturales de Cueto (Cantabria).

Hasta aquí todo bien. El caso es que cuando me hube acercado a las grises esculturas, un horror inadvertido estremeció el fugaz sentimiento de niño que pareció renacer en un principio. Si ya desde pequeño el maquillaje de los payasos me pareció algo esquizofrénico -ya sabéis, gracioso y asustadizo a la vez-, lo que se topó ante mí más parecía un tributo a la película "Payasos Asesinos" (de la misma época, pardiez!) que a los cómicos cántabros. Este es el monumento:

Y este es el terrorífico primer plano del ¿payaso asesino?:

¿Da que pensar, eh? Quizás su espíritu está encarcelado en esa esfinge contenedora de frío metal. Inmortal a las inclemencias del tiempo, al acecho de los niños perdidos... ta ta ta chaaaaan!
La verdad es que en vistas del aterrante aspecto de los payasos, cabría haber esperado una turbia historia de secuestros, alimento para las bestias deambulantes del circo o incluso pederastia pero el caso es que murieron de viejos. Siento decepcionaros.

Como veis, no hace falta ser homosexual para poseer una absurda sensibilidad. Es broma. Je.