Reflexión relámpago del día: Jorge Javier Vazquez

Lamento la falta de actualizaciones. He tenido problemas con mi conexión a Internet.


Me resulta interesante hablar hoy sobre uno de los iconos de la vulgaridad y el ansia del cotilleo gratuito que, con esto de las nuevas tecnologías, parece haber tomado el relevo generacional del rellano de la escalera con el afán de una búsqueda de nuevas fronteras y frentes de la intelectualidad más sociopata. Presente como uno más de esos personajes que parecen haber encontrado trabajo por el mero hecho de haber salido del armario, nace Jorge Javier Vazquez. Un personaje tan narciso como burdo que actúa como estandarte de una prensa rosa cada vez más irrespetuosa y zafia. Otro pseudoperiodista así calificable, no por la falta de ese título tan acusado -y a la vez poco demandado- de la TV de nuestros días, sino por el poco glamour de su biensabida materia (lo de “biensabida” lo digo también por el teleprompter). “Famoso” por denotar un talento profesional circunscrito a su talante sexual, el susodicho pretende resaltar por una ironía guionizada de 2ªB (hoy día todo el mundo cree poder ser Buenafuente) y su tremendo repertorio de morcillas que, mal que le pese, sólo a él consiguen ponerle morcillón. Con cuatro hojas impresas, un par de portátiles de los que jamás parece hacerse uso y su dudoso atractivo físico, este profesional con más pluma que bolígrafo hace alarde de su tremenda valía periodística (todavía por demostrar en un espacio de seriedad y nivel) intercalando sus tochos (véase bloques) con diversos anuncios sobre laxantes, sobres adelgazantes o una gama de productos fácilmente atribuible a un tipo muy concreto de público. El tipo de personas que se entretienen con el espectáculo insulso que, a su vez, ofrecen las publicaciones de mayor tirada en nuestro país; véase el diario deportivo Marca, la revista del corazón Pronto o sucesivos sucedáneos. No olvidemos también el éxito de aquella definición a la telebasura llamada “Crónicas Marcianas”. No es sorprendente entender porqué las colas del INEM son mucho más cortas que las del casting de Gran Hermano. Del mismo modo, tampoco resulta sorprender por qué el “Aquí hay Tomate” acapara más share que los documentales de la 2 pese ocupar la misma franja horaria.