Reflexión respecto la telebasura y videos de ayer en "A Tu Lado"

Lo prometido es deuda. Aquí tenéis el “A Tu Lado” de ayer del cual todavía desconozco el share (el DV rondó el 28%). Bochornosa aparición en otro de esos espacios de llamada “crónica social”. Una forma muy chic para denominar a la telebasura rosa. Como siempre, Kiko Hernández, en su afán por sacar a relucir mierda (en la mayoría de los casos pactada o inventada), quiso dárselas de Jesús Puente pese contar con tan sólo unas pocas canas en vez de una soberana calvicie donde albergar el incalculable talento periodístico del que ha hecho gala en espacios de contrastada intelectualidad. Perdón, quise decir pseudo-periodístico. ¿Alguien le ha visto siquiera en el bar de la facultad? Quizás este era de los que iba a clase y por eso nadie le caló a este trepa de estilo calé (lo digo por aquello de robar el trabajo a aquellos que realmente lo merecen; no os imagináis el talento que se desprende en algunas aulas de la facultad). El juego de las pizarritas al que me sometieron ayer es lo más bochornoso que he visto en televisión en bastante tiempo y con bastante mala intención que se dejaba entrever en sus comentarios entre pregunta y pregunta, todo sea dicho.

Permitidme, no obstante, hacer una pequeña reflexión a propósito de la sensación póstuma con la que ayer regresé a mi casa. Lógicamente, no es indispensable para ver el vídeo así que… entiendo que este tipo de reflexiones tochas no interesarán a demasiada gente por lo que recomiendo los párrafos siguientes a aquellos que, alguna vez, en mayor o menor medida, se vieron reflejados en el espíritu de Dani “el Sucio”.

El resto de la tribu lo mismo. A ridiculizar y poner en entredicho a todo el mundo que pone el pie en el plató (siempre con más entusiasmo que talento o elaboración, por supuesto). Como siempre, el buen hacer de toda tertulia televisiva que se precie hizo gala: nadie deja hablar y nadie escucha. Toda la potencial brillantez queda, como siempre, sublevada a un gallinero donde los decibelios priman por encima de la razón. Donde el más escandaloso es quien más razón tiene. Donde la colisión prima frente la coalición entre los mismos colaboradores. Donde esperan al momento idóneo para preguntar aquello que resulta de peor gusto al entrevistado, intentando, claro está, que este se contradiga para que las cornamentas, infidelidades, malos tratos y demás tópicos sensacionalistas sigan cumpliendo cadena perpetua. Ese es el premio, esa es la meta: el bochorno y el mal gusto de los trapos sucios que ya nadie lava en casa. Si no fuera por temor a que no me pagaran, no sabéis lo cerca que estuve de dibujar una buena polla enardecida y una mierda pinchada en un palo en esa pizarrita por aquello de cambiar la imagen corporativa de los presentes entre los que nos encontrábamos. Hubiera sido más gracioso que el mejor de los chistes de esa tropa de trepas. Es una lástima ser un capitalista confesado y practicante. De no ser así, todos disfrutaríamos más cada vez que el menda pisase un plató de televisión. ¿Os imagináis a alguien saliendo en directo y diciendo “DV… un programa de MIERDA bajo un nombre muy chic”?

La verdadera distinción y clase sólo la poseen aquellos que, pudiendo aparecer con asiduidad en televisión participando de estos comunes honores sin verdadero mérito, se lavan las manos y se mantienen al margen, no vaya a ser que la peste a estiércol impregne sus ropas. Sólo estos son dignos de la verdadera admiración mediática: aquellos que no participan de los medios, aunque parezca contradictorio. “To Be or Not To Be” como dijo Shakespeare (¿soy el único que piensa que durante unos días fui más famoso que el mismo autor citado debido a un gazapo sobre el título de un libro que antes “todo” el mundo leía en 8º de EGB? Al menos ahí la gente levantaba la mano para hablar y respetaba los turnos de palabra. El ejemplo parece ser que nació y murió en clase de ética y tutoria). En realidad me gustaría saber cuántos seguidores de Gran Hermano (mayormente público femenino, amas de casa, palurdos y jóvenes chicos o chicas enamorados de algún miembro de la casa...) han leído la famosa obra del difunto autor inglés.

Señores, la TV es una mafia burda y zafia. Su cometido inicial de formar, informar y entretener se ha reducido únicamente a lo tercero; cueste lo que cueste. A cada día que pasa, vemos en nuestro día a día a la podredumbre, la mediocridad, los quiero y no puedo, las resabidas prostitutas casual, los grandes hermanos, las maltratadas por toreros o vividores, los hijos e hijas de padres verdaderamente forzosos… Mundos cerrados donde, no es tu talento profesional (si acaso “felacional”) sino tu talante sexual lo que determinará tu carrera, tu cartera de polvos como amante y coprotagonista (y a veces ni eso) de infidelidades, tu apellido como mantenido o don nadie venido a más… esa es la TV que queremos porque los documentales de la 2, pese lo que digan las encuestas, no los ve ni el tato. Y, precisamente, es al tato a quien obligan a jugar al teto con una parrilla y unos protagonistas tan ridículos como insultantes. ¿Saben lo que es el teto? Apuesto a que lo debieron averiguar en uno de esos días en los que se restaban horas de sueño con tal de ver terminar “Crónicas Marcianas”. En la televisión, si no estás dispuesto a vender tu dignidad (y, por tanto, la de tu pareja, hijos, familia, etc.) tienes los días contados. Ese es el secreto para hacerse rico: ser una puta mediática (p.e. Aída Nizar [perfecto ejemplo de cómo un personaje puede devorar a una persona], Belén Esteban [Madonna de 2ªB que paga el famoso pollo de su hija a base de comer poll@s], Nuria Bermúdez [con toda la lefa que ha tragado, fijo que su hijo sale albino], Tamara –ahora conocida como Zulema, la misma perra con diferente collar aunque al menos de esta conocemos su nombre artístico cual meretriz en prostíbulo-, etc.).

La TV es una farsa. Un escaparate blindado de populismo, cinismo, hipocresía, demagogia, corporativismo y progresismo barato y mal entendido. Una pasarela donde se trata de “Don” a cualquiera (cuando don no tiene casi ninguno) omitiendo el apellido de “Nadie”. Donde supuestamente se trata igual a una Mimi (lo de esta es como tener un hijo gay o con síndrome de down… lo aceptas si te toca pero a ver quién coño quiere parir algo así) o “friki” genérico de turno que a un Conseller catalán (pese que algunos merecerían incluso menor respeto que un GH). Quiero poner de manifiesto que tan injusto es desigualar a los iguales como igualar a los desiguales. Este es otro de esos baños de pureza que gusta darse por antena.

Ya no como telespectadores, ya como personas estamos infravalorados. Nuestro país es un mercado donde la intelectualidad (a ver qué tardan en quitar ese programa de Antena3 de los lunes por la noche) cede frente lo burdo y el espectáculo categóricamente barriobajero. Recordemos que las publicaciones con mayor tirada son el diario deportivo “Marca” y el glamoroso “Pronto”. Ni las movilizaciones contra la guerra (con las que se puede estar o no de acuerdo) mueven tanta gente como el fútbol que, seguido de los programas llamados “del corazón” (ahora también “crónica social”) son las emisiones que cuentan con el mayor número de televidentes enganchados. Ni siquiera somos conscientes de la metamorfosis, no de Kafka (eso sería demasiado intelectual para tener que ver con la TV), de los programas en la onda de “Saber y Ganar” que van siendo suplantados por concursos tipo “Allá Tú” que, por otra parte, tampoco cuenta con el seguimiento de un reality (algún día hablaré de esta dichosa palabrita) como Gran Hermano –que todavía sigue siendo el más visto con un 23,5% de share, al menos cuando yo y Javier Robles estábamos dentro de la casa porque aquello al final era de lo más soporífero-.
Para muchos, este reality constituye un divertimento y un tema de conversación social más a propósito, como no, de la tele. Para otros se trata de una enfermedad de vulgaridad y ansia por el cotilleo gratuito. La diatriba de telecinco nuevamente hace gala con este "experimento sociológico” (¿aceptamos sociópata?), en el que reúnen a lo peor de cada pueblo, para el deleite de la masa en su faceta más voyeur.

Y, por hoy, lo dejaremos aquí.

Quiero pedir perdón, no obstante, por haber empleado siglas en vez de nombres completos en la mayoría de casos. Como bien sabéis, soy un parásito mediático y, como buena sanguijuela, quiero seguir chupando del bote. Quedaos con la esencia que se desprende de una reflexión que, más de uno habrá tenido ocasión de sentir cómo le leían el pensamiento.

Parte 1 de 2:


Parte 2 de 2:


Y pronto más...