Se dice que la verdadera carrera que se escoge es la segunda que uno hace. Tiene razón. Yo simplemente acabé en periodismo porque amaba escribir y porque, desde la siempre romántica ignorancia, pensaba que se trataba de otra cosa.

Nuestra sociedad es cada vez más compleja, más masificada y eso la hace menos compatible frente conflictos e irregularidades sociales. ¿Alguna vez os habéis pensado por qué gusta tanto el consenso? Esa ética de mínimos imperante que parece dar viabilidad a todo mestizaje, clasismo e indiferencias en general. Imaginaos ahora una masa desbocada y enfurecida y pensad en como acaban las cosas de ese modo. El "todo vale" que con grandes dosis de demagogia, demoscopia y nuevos enfoques de valores es justo lo que, por ejemplos, fundamentalistas como israelíes y palestinos no están dispuestos a acatar. Evidentemente sería absurdo por mi parte loar su actitud.
Así pues Dani, ¿dónde está el punto medio? Queridos amigos, ese punto medio yo pensaba que eran los medios. Aquellos dichosos que en pro de un oficio tenían licencia y posibles para confrontar ideas, despertar realidades, obligar a la gente a crecer desde el autoconocimiento. Sin embargo, ¿qué hay de eso en verdad? Nada. El periodismo es el cuarto -y quizás último- poder que ha sucumbido también a los encantos del dinero y, en definitiva, el Poder (y fíjense que este va con mayúsculas, por algo será).

Ilusos trabajadores que se creen algo por estar alfabetizados, por no ser encarcelados por hablar mal de la clase política tras un pseudónimo en Internet. Egocéntricos satisfechos por disponer de un coche y un poder adquisitivo que, incluso a veces, les ha permitido vender su alma al tiempo a cambio de algo que llaman hipoteca. Satisfechos, en definitiva, por gozar de un reconocimiento de dignidad falseada que les reconoce como clase social; según dicen, pudiente.

Y qué hay de la prensa, la radio o la televisión. Están condenados por haber traicionado su propia esencia. Porque por función social nacieron con el precepto de formar, informar y entretener y, sin embargo, siquiera en una de ellas hoy día cumplen el cupo. Ahora los periódicos se escriben desde la redacción, el trabajo de campo es cosa del pasado. Y encima con el ánimo ingenuo de acatar el libro de estilo, ya no por mantener el puesto de trabajo, sino siquiera por conseguir cobrar por ello, aunque no sea ni fijo. Como el caso de Unidad Editorial, sin ir más lejos. ¿Sabían que actualmente tienen a 90 becarios ilegales haciendo el trabajo de los 146 empleados recién despedidos?
Yo cuando era niño pensaba que el periodista era el Indiana Jones de las causas turbias, el halo de luz ante la confusión. Alguien que te ayudaba a conformar tu propia opinión invitando al receptor a pensar por si mismo. A redactarle la realidad de cada día. A transmitirle los hechos con total transparencia y confesa subjetividad. ¡Y ya basta de clamos a la utópica objetividad! Pero no, ya no tenemos tiempo. Ahora que todo nos va "bien" en esta clase social en la que estamos y de la que nos enorgullecemos, no tenemos ocasión ni nos interesa darnos cuenta de lo que realmente es importante. Tan sólo queremos ver, oir y leer aquello que casa con nuestra forma de pensar y ser. Ahora ya hasta los 67 según se falle en el pacto de Toledo.

¿Cuándo nos hemos replanteado nuestros propios valores? Y lo que es más, ¿cuándo incluso nuestros principios? ¿Acaso no es una de las máximas concesiones y privilegios del adulto ser capaz de replantearse a uno mismo?

¿Qué margen de escepticismo nos concedemos para reafirmarnos en nuestras creencias? ¿Por qué no escuchar alguna vez esa emisora que siempre tengo prejuiciada y que jamás escucho? ¿Acaso no comulgo con ella en nada? Y qué hay de ese redactor sabueso que escribe y provoca. ¿Tampoco me sirve? ¿Qué le hace ser como es y pensar como piensa? ¿Qué ha visto y qué ha entendido que yo no? No se trata meramente de tener presente y aceptar esas diferencias. ¡Pensemos por qué existen demonios! No se construye nada desde la sobretolerancia y el escepticismo: es un suicidio lento. Ahora los medios hablan de respetabilidad, entendimiento y pluralidad entre culturas e ideas y lo único que hacen es publicar panfletariamente pareceres opuestos en sitios distintos para que cada uno pare donde quiera. ¿Es eso diálogo? ¿Acaso es eso entendimiento? ¿Tiene algo que ver con el crecimiento personal que nos conforma como seres humanos adultos?

Mañana y, si se atreven, pasado, prueben a escuchar al antagonista de su medio de comunicación favorito. Gracias por leerme. Este es mi periódico y me siento muy orgulloso de los lectores que tengo.

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4 comentarios

  1. calabaza // 11 de febrero de 2010, 23:23  

    A lo mejor no eres periodista porque no sabes que el título correcto para este post sería "Por qué no soy periodista". Separado. Y antes de decir que me equivoco, piénsalo dos veces. De nada.

  2. calabaza // 23 de febrero de 2010, 22:36  

    No lo has arreglado, ahora la frase es gramaticalmente incorrecta. Pero al menos te esfuerzas, que es más de lo que pueden decir muchos.

  3. Meritxell Fandiño // 1 de abril de 2010, 20:16  

    Me animo a comentar en este post porque soy una estudiante de periodismo de la UAB frustrada y desquiciada, que arrastro y arrastraré asignaturas hasta el fin de los días porque detesto ese lugar más que cualquier otro. ¿Por qué he llegado hasta el final? Ni idea, supongo que porque sigue siendo una carrera fácil, y un título es un título. A los 17 hoy en día nadie tiene las ideas bien formadas; el acné lo impide. Creo que por eso la segunda carrera es la que vale, como tú dices.

    Me gustaría comentar algo que observo en la Facultat desde primero y que me enerva. Es ese puto compararse. Cada dos por tres profesores y alumnos se llenan la boca hablando del New York Times, el Financial y el Le Monde. Que sí, que vale, que están muy bien. Pero de ahí pasamos a mayores, y entonces sale a relucir ese puto complejo de inferioridad que tenemos, que parece que en los países del norte y en los USA lo hacen todo de puta madre y nosotros somos unos desgraciados. La respuesta: "¡Vamos a copiarles!". Es absurdo, España es España y los demás son los demás. Deberíamos hallar nuestra propia manera de hacer las cosas. En ese maldito ambiente elitista existe un desprecio hacia nuestra propia sociedad, cultura y hacer que poco nos beneficia. Y todo por ese festival de ego que rebosa por las ventanas de la facul, porque somos gente letrada y nos reflejamos en los mejores. Ja, ja y ja.

    Las cosas no irán bien, pero lo que tenemos es lo que hay. Ignorarlo y mirar al vecino no cambiará nada. Si acaso deberíamos empezar a interesarnos por los porqués de lo que nos rodea. Ya habrá tiempo para ser chachis, hay miles de bares cool y sesiones del Verdi para regodearse ante el mundo.

    Y una segunda cosa, para terminar: Periodismo debería ser un segundo ciclo, si es que eso va a existir con Bolonia. Quien mucho abarca poco aprieta, y ese bachillerato prolongado con pretensiones de dotar a los alumnos de un amplio bagaje cultural es la mentira más grande de la profesión. Igual trabajar bajo presión y tirando de agencias sería menos perjudicial cuando hay detrás una buena base. Recursos, fuentes y conocimientos propios.

    Creo que me he desviado un poco del tema de tu post, pero no he podido evitarlo. Necesitaba desahogarme, jeje

    ¡Saludos!

  4. GARGAJO // 9 de abril de 2010, 16:14  

    Vaya.. acabo de leer esto tras escribir un comentario en la entrada en la que nos cuentas tu último espisodio con los abogados de Telecinco, obviamente y como podrás apreciar en el comentario al que hago mención estoy totalmente o en gran medida de acuerdo contigo. Y me alegro de que aún haya gente que anteponga sus ideales, valores y dignidad al sucio pero necesario dinero.

    Un saludo.

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