Leo hoy en el Diario Montañés la descendiente calificación que la Universidad de Essex (UK) revela sobre la democracia española (que baja de 6,2 a 6 en una escala sobre 10 por ser "relativamente corrupto"). Con el tufillo aún fresco de las sobreinterpretadas elecciones europeas, me indigna mucho la lectura sesgada que ofrecen algunos MMCC -especialmente de prensa- sobre dichos comicios. Además, me ofende todavía más la incultura desde la que se aborda de forma apológica el indefinido voto en blanco. Quiero desarrollar algunas reflexiones al respecto.
¿Sirven de algo los votos en blanco?, ¿son tan absurdos como es por ejemplo el papel del Senado de nuestros días? Se dice que el voto en blanco se emplea como estandarte del disconformismo subliminal respecto de los aspirantes pero, a efectos prácticos, en nuestro país guardan la misma finalidad que el no voto; esto es, la abstención. Pregúntense si no, qué se hace en ambos casos, dónde van a parar.
Siempre he creído que el voto en blanco es propio del poco informado. Del vago que no se molesta en averiguar qué se propone y cómo. En un sistema parlamentario y representativo, ¿dónde van a parar esos votos?
¿Acaso el Congreso no acaba de rellenar el total de escaños todos los años?Hay quien pide que se tapice de blanco los escaños proporcionales -opción francamente economizadora-. Hay quien pide que se reste en modo alguno el pertinente recuento de blancos sobre el total de partidos -más útil y representativo, sin lugar a dudas-. Incluso hay quien proclama introducir la lista de la compra con el fin de ilustrar con la cruda realidad del día a día las disconformidades de una sociedad en desacuerdo. Recientemente, el CIS apuntaba que el 80% de los ciudadanos encuestados se mostraban desencantados con el actual panorama político. A mi me sorprende lo del 20% restante.
Quizás esa blanca resignación que supone la llamada séptima opción democrática en estas últimas elecciones -siempre mayor en las encuestas que en las urnas- podría redefinirse. Haría falta recomendar obras como el "Ensayo sobre la Lucidez" de José Saramago para adoctrinar a esos indecisos por los que se ganan y pierden las elecciones.
A mi entender, votar en blanco es una cómoda absurdez. Más incluso que la abstención (sobretodo si esta tuviera representación más allá de su cifra). Votar en blanco es una perogrullada que clama una adaptación sin más solución que las listas abiertas (cuestión que tocaré más adelante). Todos sabemos (gracias por nada CIS) que la gran mayoría de personas estamos en contra de gran parte de pareceres y procederes de nuestra clase política, ¿y qué? De ese modo, lo único que demostramos es una falta de interés por romper el titánico bipartidismo cuyo eje de volatilidad alternativa está basado en la difamación que transcurre entre el lacronismo y el fraude. Nunca en la intromisión en su confortable estatus político por parte de otras propuestas partidistas. El voto en blanco sólo es útil donde se "obliga" (osea, se multa) a los ciudadanos a votar; p.e. en Italia (que, por cierto, de esto no parecen haberse enterado en la tertúlia del programa de hoy de Pepa Fernández en RNE). Si dentro de ese menos imperfecto entre los imperfectos sistema de gobierno existen causas (véase partidos) menos apoyados, ¡votémoslos para acercarlos a los principales! Eso sí denotará una disconformidad para soltar con razón ese progre discursillo siempre aplaudido de "son todos iguales". Yo, en el fondo, creo que esa falta de votos alternativos se deben a una falta de compromiso e interés por leer detenidamente los diferentes programas de cada partido. Con un mayor seguimiento crítico al por menor, pendiente del detalle que va más allá de las palabras, los partidos notarían una mayor presión por zanjar y no quedarse en el mero compromiso.
el voto en blanco sirve como protesta contra los politicos
berdusconi a perdido las elecciones por vender a kaka al real madrid y por corrompir telecinco
joaquin deja de corrompir los comentarios con tonterias